Hablar de los Mulhall de Colonia, Uruguay, es abrir la caja de los recuerdos de mi familia. Desempolvar las historias de los cinco "inglesitos" que pasaron su infancia en ese pueblo dormido donde se destacaban por su candidez, su acento extranjero, sus risas y su amigo favorito, el río. Desde su casa de madera sobre una barranca, veían todos los días la puesta de sol. Nita, mi madre, era la segunda de los cinco hermanos: Bito, Nita, Haydée, Elsa y Mollie. Sus padres, Samuel y Helen, hablaban siempre en inglés y llegaron a Colonia con sus cinco hijos con una mano atrás y una adelante.
Sam, como le decían, era el menor de los once hermanos Mulhall de Buenos Aires y su padre Eduardo, junto con su tío, Michael, habían fundado el diario inglés "The Standard", un periódico en inglés que nutría a la comunidad británica en el exterior con todas las noticias del Río de la Plata. El abuelo Eduardo pensaba que lo mejor que podía darles a sus hijos era una buena educación y los envió a estudiar de dos en dos a diferentes capitales europeas, según sus características personales. Algunos estudiaron en Roma, otros en París, otras en Irlanda y Sam fue enviado, con su hermano, al Royal Naval College a estudiar en Inglaterra a los 9 años. No sabemos mucho de cómo se sintió Sam, este chiquito mimado y un poco tímido cuando se enfrentó con una nueva vida, solo y sin amigos. Los chicos de su edad vivían en un buque anclado cerca del muelle, utilizado como buque escuela y sabemos que no pudo completar sus estudios ya que un día le dijeron que el padre había muerto y regresó a Buenos Aires.
sábado, 12 de julio de 2008
Suscribirse a:
Entradas (Atom)